Biografía María Valtorta

María Valtorta y sus Escritos

María Valtorta es una personalidad muy conocida en el mundo y, sin embargo, para muchos su nombre es nuevo, porque no resonó nunca en alas de la publicidad sino que se abrió camino secretamente, casi como si hubiera ido llamando con discreción de puerta en puerta, o mejor: de corazón en corazón. Sus obras comenzaron a publicarse en Italia hacia la mitad de la década de los cincuenta y desde aquí, poco a poco, su nombre llegó hasta los más apartados rincones de la tierra.
Quien conoce este nombre sabe que pertenece a una gran escritora que fue, ante todo, una mística. Como mística y como escritora, la personalidad de María Valtorta es muy singular.
Aunque sus padres eran nativos del norte de Italia (Lombardía), María Valtorta nació en el Sur, en Caserta, el 14 de marzo de 1897, y transcurrió el resto de su vida en varias ciudades de la Italia septentrional. Desde niña experimentó hacia Cristo un reclamo casi profético: acompañarlo en el dolor, voluntariamente acogido y generosamente ofrecido. Siguiendo su ejemplo, asoció al dolor el amor, hasta el punto de que se identificaran en una cosa sola. Y a través de los sufrimientos, que no eran, por cierto, un fin anhelado en la edad de los sueños y las esperanzas, cumplió en la madurez
su vocación de donarse por completo.
Era hija de un hombre bueno y afable, oficial del ejército, pero tuvo una madre tan despótica, que obstaculizó y reprimió las legítimas aspiraciones de la única hija, que era inteligente, sensible, volitiva, generosa, propensa a la cultura y atraída hacia una profunda espiritualidad. A causa de su madre, que dos veces truncó su incipiente interés sentimental, María no se casó. Y, también por su madre, no pudo gozar plenamente del vínculo afectivo con su padre ni cursó los estudios más adecuados a su personalidad ni pudo ser libre en su práctica religiosa.
Pero la constricción más dura para María fue la que soportó en los últimos veintisiete años de su vida, cuando se vio obligada a guardar cama permanentemente por una parálisis de los miembros inferiores, cuyo origen se remontaba al bastonazo en los riñones que, en su juventud, le había propinado un subversor.
En 1942, cuando hacía ya ocho años que estaba paralizada, conoció al  Padre Romualdo M. Migliorini, un fraile Servita ex misionero, que llegó en calidad de prior y párroco a Viareggio, donde la familia Valtorta se había establecido desde hacía tiempo, luego de varios cambios de residencia.
El Padre Migliorini se convirtió en guía espiritual de María y la indujo a escribir sus memorias. Y ella, en poco más de un mes, volcó en los cuadernos que el mismo religioso le había proporcionado un raudal de recuerdos y sentimientos, revelando un excepcional talento literario al narrar sin reticencias su historia apasionadamente humana y heroicamente ascética.
Antes de enfermarse, María Valtorta había practicado algunas formas de apostolado activo, ya como enfermera samaritana en el hospital militar de Florencia, ya como delegada cultural de las jóvenes de la Acción Católica en su parroquia de Viareggio. Pero sólo después de haber escrito desde su lecho de enferma la Autobiografía, comprendió cuál era el proyecto de Dios a su respecto. Ofreciendo sin reservas, junto con sus sufrimientos, sus dotes naturales, se convirtió en la "pluma del Señor" y en el instrumento de una manifestación sobrenatural que, por amplitud y profundidad, está considerada –excepción hecha de la Sagrada Escritura– única en la historia de la Iglesia.
Escribió sin interrupción desde 1943 hasta 1947, y con intermitencias en los años siguientes hasta 1951. Usaba los cuadernos que el buen Padre Migliorini le seguía proporcionando, en los cuales escribía fluidamente de su propio puño, con una pluma estilográfica. Aun en las fases agudas de su enfermedad y, a veces, entre dolores atroces, siguió escribiendo personalmente, sin dictar nunca, para no ser reemplazada ni siquiera en el acto de escribir. Ella misma había fabricado una carpeta que apoyaba sobre las rodillas, de modo que sirviera de soporte al cuaderno.
La enfermedad crónica y la intensa actividad como escritora no impidieron que María Valtorta, que quiso permanecer ignorada durante su vida, siguiera los acontecimientos del mundo, recibiera visitas de personas conocidas, escribiera cartas y se dedicara a labores femeninas (sin contar con sus plegarias y penitencias, de las cuales fue testigo Marta Diciotti, asistente providencial y fiel compañera desde 1935).
Mas una vez terminada su misión de escritora, comenzó a entrar en un estado de dulce apatía, de misteriosa incomunicabilidad, que se fue acentuando a medida que pasaban los años, como si cada vez más la absorbiera una contemplación interior que, sin embargo, no alteraba su aspecto exterior. Sin recobrarse nunca –exceptuando algunos momentos de lucidez llenos de significado–, terminó sus días, en la casa de Viareggio, el 12 de octubre de 1961.
Descansa en Florencia, en una capilla del Claustro Grande del complejo monumental de la Santísima Anunciación.
María Valtorta escribió de una vez, sin un esquema preparatorio y sin rehacer sus escritos, más o menos quince mil páginas. Esta notable producción literaria está publicada, en el original italiano, en quince volúmenes además de la Autobiografía. De ellos, diez volúmenes encierran la obra mayor y cinco las obras menores.
La obra mayor es L'Evangelo come mi è sta to rivelato. En sus diez volúmenes narra el nacimiento y la infancia de María y de su hijo Jesús, los tres años de la vida pública de Jesús, su pasión, muerte, resurrección y ascensión al Cielo, Pentecostés, los albores de la Iglesia y la asunción de María. Describe paisajes, ambientes, personas y acontecimientos con el brío de una representación. Delinea caracteres y situaciones con habilidad
introspectiva. Expone alegrías y dramas con el sentimiento de quien es partícipe de ellos realmente. Explica circunstancias históricas, ritos, costumbres, características ambientales y culturales sagradas y profanas, con datos y detalles que los especialistas exentos de prejuicios consideran irreprochables. Y, sobre todo, expone a través de la extensa narración de la vida terrenal de Cristo, toda la doctrina del cristianismo que la Iglesia Católica nos transmite.
Las demás obras de María Valtorta son: el Libro di Azaria (comentario de las Misas festivas), las Lezioni suIl' Epistola di Paolo ai Romani (cuyo título ya expresa el contenido) y un grupo de tres volúmenes titulados, respectivamente, I quaderni del 1943, 1 quaderni del 1944, 1 quaderni dal 1945 al 1950. Los tres volúmenes comprenden una miscelánea de textos que se refieren a explicaciones doctrinales, ilustraciones de pasajes bíblicos, directivas espirituales, notas de crónica, narraciones evangélicas,

descripciones del martirio de primeros cristianos, para terminar con un comentario sobre el Apocalipsis.